El reencuentro de un hijo con su madre, una habitante de calle después de años de búsqueda

 

Andrés Leonardo Pacheco, un hombre de 32 años, vivió un momento que jamás olvidará: el reencuentro con su madre, doña María, después de 20 años de separación. La historia, llena de emociones y un toque de destino, comenzó en el Parque Lineal de Cúcuta, donde Andrés Leonardo se cruzaba con una mujer en situación de calle sin reconocerla.

«Yo antes la había visto, pero, por su condición, no la reconocía», señala, aún impactado, Andrés Leonardo Pacheco. Y cómo no si el martes pasado, gracias a un verdadero milagro, se reencontró con su mamá. Doña María era la habitante de calle a la que tantas veces se había topado en el Parque Lineal de Cúcuta.

La vida los había separado cuando Andrés Leonardo era solo un niño. Su padre se llevó a él y a su hermano mayor, Jairo, a Venezuela, cortando toda comunicación con doña María. «Mi papá nos cortó toda comunicación con ella desde que nos fuimos. Todo ese tiempo siempre nos cortó la comunicación», subrayó el joven.

A pesar de la distancia, Andrés Leonardo nunca olvidó a su madre y al regresar a Cúcuta, hace cinco años, intensificó su búsqueda. Se la preguntó a vecinos y conocidos, pero nadie le dio razón. Algunos solo le indicaban que, quizá, podría estar en la mendicidad.

«De tanto buscar, ya había perdido un poco la esperanza, pero ayer (12 de noviembre) se acercó un muchacho (habitante de calle) a pedirme unas monedas y un cigarrillo, y yo se los di. Y el muchacho, en broma, me dijo: ‘Ahí está su mamá, se parecen’. Y se fue. Yo me puse a pensar, me senté con la señora y hablé con ella. Le di unas moneditas y, cuando comenzamos a hablar, supe que era mi mamá. No la reconocí al principio porque fueron 20 años. Yo me fui cuando estaba niño y ya tengo 32».

«Cuando el muchacho me dijo que ahí está su mamá, porque nos parecemos en los cachetes, yo me siento al lado de ella. Empiezo a hablar y me empiezo a dar cuenta por unos lunares. Cuando yo le veo los lunares, me dice: ‘Tú tienes un lunar igual que el mío, yo lo tengo aquí en el mentón’. Y de una vez supe que ella era mi mamá, porque mi mamá siempre ha tenido ese lunar. Y ella me lo recalcó, que lo tenía ahí, y yo lo tengo en la sien. Y de una vez ahí me di cuenta».

Lo más curioso, si se le puede calificar así, es que Andrés Leonardo se había cruzado con doña María sin saber que esa habitante de calle encorvada, cubierta de trapos y botellas plásticas, cuyo rostro estaba cubierto con una gran melena y que se sostenía de un palo, era la mujer que le dio la vida.
«Yo trabajo en el centro y donde la encontré fue en un parque que queda en el centro, pero, como estaba en esas condiciones, pues no la había reconocido. Cuando yo dejé de verla, era una mujer gordita, tenía una tiendita, normal. Ya la había visto como en una o dos oportunidades mi esposa, pero en realidad no la reconocimos en ningún momento», indicó.

«Unos vecinos dijeron que se había mudado para otra casa que iba a comprar. Me dirigí hasta donde me dijeron y ahí los vecinos me cuentan que sí, que ese lote precisamente es de ella, pero que se quemó, que hubo un incendio que le quemó la casita. Y, a raíz de eso, ella me contó ayer que quedó como traumada y quedó en la calle, y ahí empezó la vida en la calle», explicó Andrés Leonardo sobre cómo doña María terminó viviendo en el Parque Lineal de Cúcuta.

Andrés Leonardo reveló que su hermano mayor, Jairo Pacheco, no se ha enterado del reencuentro. Él, que se quedó con doña María tras la separación, se fue luego a vivir a Medellín. «No sabe que la he encontrado. Ya le dejé mensaje, pero no me ha respondido. Como trabaja en una empresa, le dan permiso cada cuatro días. No ha visto el WhatsApp».

Este hijo hoy no se cambia por nadie. Recuperó a la mamá que perdió hace dos décadas y no está dispuesto a alejarse jamás. «Muy contento y feliz de tener otra vez a mi madre, de saber que está bien, y ahora a luchar por ella y salir adelante», concluyó.