Por Yanitza Fontalvo Diaz
Cada vez que escucho a una persona oriunda de Valledupar decir: «Nosotros los valduparenses» recuerdo esa lucha que dio la cacica Consuelo Araujo porque esa palabra castiza, pueblerina fuera acogida y con orgullo nos llamemos vallenatos, tal como lo describió en el lexicon del Valle de Upar el libro que escribió para preservar las palabras autóctonas de la región que por la modernidad se estaban quedando en el rezago.
Allí habla de tres maneras para llamar Vallenato, como gentilicio; como la música de caja, guacharaca y acordeón propia folclor de la región y la enfermedad que se somatiza en manchas blancas en las extremidades como lo describe la canción ‘Compae Chipuco’
Y es verdad, nuestro gentilicio es valduparense según la Real Academia Española, pero la palabra vallenato de connotación campesina, rústica que se utilizaba de manera despectiva se popularizó y ya es aceptada; el vallenato también tiene una connotación en las costumbres de los habitantes del centro del Cesar, desde El Paso, hasta Valledupar y sus corregimientos y el sur de La Guajira, Fonseca, San Juan, la Jagua de El Pilar, el Molino, Villanueva, Urumita.
En el marco de la celebración de los 474 años de Valledupar en el conversatorio ‘Prospectivas de la Cultura Vallenata’ que promovió la alcaldía de Valledupar, el historiador Tomás Dario Gutierrez vio con preocupación que el vallenato se está perdiendo: «Ya los jóvenes no dicen vení, los profesores los corrigen, mientras que en Antoquia eso no pasa».
Y es cierto, la comida se está mezclando con la cultura venezolana, no sólo se come arepa de queso, sino rellena y cachapa; se acabaron los paseos de olla en Hurtado, las tinajas de Guacoche están desapareciendo como el Chicote en Atanquez.
La música vallenata con sus cuatro aires los paseos, merengues, son y puyas ya no se distinguen porque se ha fusionado con el regueton, pese a que Unesco reconoció el Vallenato como patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad comercialmente no se pone en práctica, gracias a los concursos del Festival de la Leyenda Vallenata se aprenden de manera pura.
Es un reto que tiene no sólo la nueva administración municipal y departamental, sino todos gremios culturales y los habitantes de la región, promover la vallenatia, con estos eventos de reconocimiento a nuestra cultura, con los historiadores, escritores, cuenteros, teatreros, músicos, poetas, decimeros, verseadores, compositores que hablen de nuestra raizalidad.
«Las costumbres de mi pueblo se han perdido, ya no braman los terneros en los corrales, no se quieren como antes los compadres, ni respetan los ahijados a los padrinos». Infortunadamente está vigente esta canción que interpretan los hermanos zuleta compuesta por Dagoberto Daza, amalaya vuelvan.