Luis Antonio Loaiza Triana fue desaparecido y asesinado hace 23 años y hoy su familia le pudo hacer las exequias de forma oficial.

<

>

En medio de la solemnidad por la ausencia del padre de familia, desde hace 23 años, cuando la guerrilla de las Farc lo desapareció cerca de la región de Lejanías, en el departamento del Meta, y visiblemente tristes, Gloria Ospina y sus tres hijos, William, Oliver y Yeisson, recibieron los restos de Luis Antonio Loaiza Triana, víctima de desaparición forzada y homicidio.

Una misa corta, pero muy sentida, ofrecida por un joven sacerdote trinitario, fue el final de una búsqueda y el término de un reencuentro familiar logrado por la labor interinstitucional del Grupo de Enfoque Psicosocial de la Unidad para las Víctimas, el Grupo Interno de Trabajo de Búsqueda, Identificación y Entrega de Personas Desaparecidas (GRUBE) y la Dirección de Justicia Transicional de la Fiscalía, proceso que se enmarca en los principios de verdad, justicia y reparación.

Para Gloria, quien era la esposa al momento de la desaparición de Luis Antonio, este final “es muy importante porque se ha hecho justicia, se ha podido sacar de donde estaba por tanto tiempo y se pudo esclarecer que sí era él”.

“Darle la sepultura que se le debe dar a una persona y que no esté en un terreno baldío, como olvidado, como si no tuviese familia, es importante, y entonces eso hace que uno se sienta mejor”, aseguró William, el hijo mayor de Luis Antonio, quien para el 11 de abril de 1999 contaba con nueve años.

A Luis Antonio lo desaparecieron y asesinaron las Farc al acusarlo de ser paramilitar, imputación por la cual el grupo guerrillero aceptaría su error al reconocer que la información era falsa.

Con estas exequias entierran además esos tiempos difíciles en los que también por este accionar las Farc “desaparecieron la figura paterna y la ayuda económica”, como dice Gloria. Igualmente sepultan “el sufrimiento porque criar los hijos sin un padre no es fácil para ninguna mamá”.

Fin/EG/COG