Mariela Álvarez tiene una pasión contagiosa por su labor. Hace nueve años empezó el sueño de hacer realidad un proyecto que representara a las mujeres víctimas del conflicto, también sobrevivientes de la violencia de género.
Por: Yuli Constanza Urquina M.
Asociación Sueños del Mañana (Asudelma) fue denominada la organización que, a través de la confección de mantas y sábanas, acoge a 16 mujeres campesinas sobrevivientes del conflicto, oriundas de diferentes municipios del Caquetá, que, además, resistieron el maltrato de sus compañeros sentimentales. Todo empezó con la idea de una de las fundadoras de vender y comprar sábanas, pero más adelante, descubrieron que no era difícil confeccionarlas así que recibieron apoyo de entidades estatales y de cooperación internacional para montar su propio taller. Más adelante lograron capacitarse para conocer sobre el manejo de las máquinas.
Una vez graduadas de modistería, empezaron a diseñar productos con imágenes alusivas a la selva, a las tradiciones caqueteñas y de una manera muy especial, a contar sus historias y a sanar las heridas a través de sus creaciones. Cada sábana terminada lleva consigo un código QR, que una vez escaneado a través de un dispositivo móvil revela la historia de su creadora; cada retazo es aprovechado en sus diseños y cada día simboliza un reto. El que asumieron ahora consiste en aprender a confeccionar toallas higiénicas ecológicas.
La asociación les permite obtener un beneficio económico equitativo de acuerdo con su desempeño en la confección de su producto insignia, y realizar un trabajo de formación y pedagogía para aquellas mujeres que sufren los rigores de la violencia desde sus hogares y aún guardan silencio por temor o por el machismo, que Mariela Álvarez asocia con aspectos culturales o de costumbres de origen campesino.
“Para nadie es un secreto que las mujeres sufrimos de violencias basadas en género y siempre es la economía la que hace que tengamos que resistir, aguantar; porque pensamos que no servimos para nada. Aquí les estamos brindando la oportunidad de que aprendan a coser, de que podemos cambiar la calidad de vida y salir adelante porque las mujeres somos berracas, empoderadas, mujeres que todo lo que hacemos lo hacemos con amor, todo se nos vende”, afirma Mariela.
Talleres sobre nuevas masculinidades
Con el pasar del tiempo, las integrantes de la organización y las entidades de apoyo descubrieron que los compañeros del hogar también debían recibir formación; así que diseñaron un taller de nuevas masculinidades en el cual se les enseña sobre el deber de valorar, respetar, apoyar y luchar hombro a hombro con las responsabilidades del hogar. El mensaje fue llevado a hombres en mercados, galerías y centros comerciales de Florencia para sensibilizar.
“Hicimos con los hombres talleres, hacíamos los mismo que con las mujeres, que reconozcan que la esposa es una persona para quererla, no para agredirla”, explica Mariela.
Son tiempos mejores
Agrega que “al principio es difícil porque no estamos preparados, a veces me voy y paso toda la semana fuera de casa; para mi esposo, para mi familia, para la familia de él, ha sido duro. Le demostré que no estábamos haciendo nada malo, lo llevaba a los espacios en los que compartía con otras mujeres”.
Aunque no ha sido fácil desarraigar hábitos relacionados con el rol de la mujer como madre y ama de casa, Mariela reconoce el avance, representado en el empoderamiento de su equipo, en la vocería que han tomado y en la pérdida del miedo ante los escenarios. Cuenta que participan de manera activa en ferias, crearon una revista pedagógica que pretende prevenir y erradicar las violencias basadas en género; pero especialmente, han acompañado en el proceso y tocado el corazón de mujeres oprimidas que recorren el departamento y el país llevando sus historias de esperanza con nuevos comienzos exitosos.
La clave para encontrar la felicidad después de la violencia
El mensaje de esta defensora de los derechos humanos es claro, la felicidad está en cada una de las mujeres, pensar primero en sí mismas está bien siempre. Denunciar la violencia es el primer paso.
“Primero les digo que denuncien, que con una mala palabra todo empieza y así terminamos en el feminicidio; yo pienso que somos muy berracas y que no necesitamos de un hombre para salir adelante, tenemos arte en nuestras manos y no nos podemos quedar calladas o sentirnos solas”, manifiesta.
Mariela y sus compañeras de ASUDELMA han empezado a cambiar el mundo con su estilo de vida, continúan atendiendo llamadas de auxilio para acompañar procesos de mujeres revictimizadas por el conflicto y en sus hogares, pero también de quienes agradecen por haber logrado superar esta realidad. Sus compañeros se han vinculado a la organización progresivamente; el esposo de Mariela participa de lleno en la confección de los artículos y se ocupa de las labores del hogar cuando ella se encuentra en los municipios de Caquetá inspirando a otras mujeres.