‘La Macarena’, tierra de nadie

Este sector ubicado en la Margen Derecha del Río Guatapurí, reúne todas las problemáticas sociales, inseguridad, drogadicción, prostitución, violencia intrafamiliar, desnutrición y pobreza extrema.

 

Por Yanitza Fontalvo Díaz

La opulencia de la zona histórica que presume Valledupar con grandes casas coloniales donde vivieron personajes memorables, la mítica plaza Alfonso López emblema de nuestro folclor y la iglesia la concepción icono de la cultura religiosa de la capital vallenata; no deja ver que a solo tres cuadras se encuentra una de las zona deprimida que reúne todas las problemáticas sociales, inseguridad, drogadicción, prostitución, violencia intrafamiliar, desnutrición y pobreza extrema.

Se trata del sector conocido como ‘La Macarena’, ubicada en la Margen Derecha del Río Guatapurí, un lote abandonado entre los barrios Nueva Colombia y Nueve de Marzo, vecina de El Paraiso y Pescaito, que por su abandono y vulnerabilidad se le podría denominar tierra de nadie.

Allí se habla de una línea imaginaria, donde jóvenes de otros barrios no pueden llegar sin el permiso de pandillas y vándalos que son los amos y señores del sector.

La vida de Julio Armando Padilla Arias, refleja la situación del 80 por ciento de los habitantes de este sector, siendo un niño, llegó desplazado por la violencia de Becerril Cesar, de la mano de su papá, porque a su mamá nunca la conoció, manifiesta sentado en un colchón acomodado sobre unas llantas, en su rancho de un solo cuarto hecha con palos y elementos reciclados, vive con su mujer y una hija; no estudió por falta de oportunidades, confiesa que estuvo en las drogas y en ‘cosas malas’, pero ahora quiere mejorar su vida.

Hoy con 20 a se dedica a bajar los mangos de los árboles sembrados en sectores públicos, reconoce que su oficio es ‘robar’ mangos en una carretilla, labor difícil porque a cada momento lo insultan y lo maltratan, dice que carece, de luz, agua potable, con la salud deteriorada y viviendo entre la basura porque es el lugar donde los vehículos de tracción animal las botan, luego las queman afectando a las personas alrededor.

“A veces no me permiten robar mangos para vender las carretillas con los que me gano 20.000 ó 30.000 pesos para la comida, ahí es donde le da a uno la pensadera, qué le voy a llevar a mi hija y puede uno cometer un robo para no morirse de hambre”, manifiesta con sinceridad el joven.

Y añade sobre su drama personal y aprovechó el medio para expresarlo, “siempre he vivido con una inquietud en mi corazón, quisiera saber por qué mi mamá me abandonó, la estoy buscando, se llama Marta Arias, quiero que aparezca”.

INSEGURIDAD Y POBREZA

Luciny Zambrano es una líder comunitaria y explica la situación, “los muchachos viven armados, drogados que las consiguen en las ollas ubicadas en el mismo sector, por estos días se le metieron a una vecina, amenazaron a una niña con un cuchillo, al día siguiente asesinaron a un señor para atracarlo, también está herido el dueño de una tienda, le dieron un tiro para robarlo”.

En ese sector habitado en el 68 por ciento, por personas que ejercen actividades independientes, recicladores, vendedores ambulantes, que con el jugo, el tinto, aguacate, mango, artesanías, dulces, trabajos de carpintería, albañilería y oficios varios, también hay muchos conductores de vehículo de tracción animal, según un estudio socioconómico de la Cámara de Comercio el 65 por ciento, recibe un salario mínimo, mientras que el 35 por ciento, sobrevive con menos de un salario mínimo, “hay gente de bien que busca sacar a su familia adelante, pero no hay apoyo, no hay colegios, ni jardines, cientos de niños son expuestos a diario a que les quiten los bolsos y su integridad física corra peligro, por personas en estado de drogadicción”, reiteró.

También tienen problema sanitario por los malos olores por la acequia existente en el lugar,  por la cercanía con el río muchos han vaticinado una tragedia similar a Mocoa, por el peligro de que el río Guatapurí se desborde, por lo que ocasiones gobiernos anteriores los han reubicados en otros lugares, pero esta no ha sido la solución, siempre vuelven.

El Alcalde de Valledupar, Augusto Ramírez Uhía, habilitó una cancha para que los jóvenes se dediquen al deporte y alejarlos de las drogas, “El alcalde el año pasado estuvo en el barrio e inauguró cancha de futbol, prometió alumbrado público y unas máquinas para dragar la acequia, pero esta ayuda no ha llegado”, expresó la Líder Comunitaria.

El Instituto de Recreación y Deportes que pertenece al municipio, Indupal, es el único ente del Estado que permanece en el sector con una escuela de fútbol del que se benefician jóvenes y niños del sector.

ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE CAMARA DE COMERCIO

De las pocas instituciones que ha sido sensible a la problemática de la Margen Derecha del Río Guatapurí, es la Cámara de Comercio que con el apoyo de la seguridad que ha prestado la Policía, realizó un estudio socioeconómico para verificar el estado de la zona, arrojando como resultados que la principal problemática del sector es la inseguridad con el 49 por ciento, le sigue el desempleo con el 20 por ciento y la drogadicción con el 18 por ciento.

“En La Macarena, la comunidad vive en angustia e incertidumbre con falencias en servicio de alcantarillado, acueducto, energía, calles sin pavimentar, carencias en el servicio educativo y de salud”, dice el informe.

Más allá de las respuestas se reflejó que los habitantes sienten miedo o desconfianza al ser indagados sobre la ‘Macarena’, y algunos de ellos manifestaron estar amenazados o intimidados por los expendedores o consumidores de sustancias.

“Se necesita la presencia institucional en el municipio de Valledupar con todas sus sectoriales, educación, salud, vivienda y servicios públicos, las universidades que tienen asiento en Valledupar, que hagan presencia con sus facultades de sociología, sicología, el sector privado también debe acompañar este proceso para reintegrar efectivamente a esta comunidad al aparato productivo y a la sociedad”, replicó José Luis Urón Márquez, Presidente de la Cámara de Comercio.

“Si queremos evitar una tragedia similar a la de Mocoa, el Estado a través de los organismos de riesgo, tienen que hacer presencia”, puntualizó.

Como solución el presidente de la Cámara de Comercio aseguró que se necesita es voluntad política, tanto del Gobierno Departamental, como Municipal y demás instituciones del Estado, el propósito es lograr dignificar a esta población que subsiste con mucho esfuerzo, muchos son desplazados por la violencia y desde el interior de estos barrios se han generado organizaciones criminales, sectores de narcotráfico y reductos paramilitares que siguen encontrando la fuente para el trabajo que realizan con el cual se afecta a la comunidad.

La comunidad sigue esperando que las necesidades básicas lleguen a sus hogares, es una lucha por sobrevivir defendiendo cada uno lo poco que tiene de la desintegración de valores, apegados a una vida que no es digna y con el único interés de sacar a su familia de la miseria.